Yo creo que a veces nos contemplan
por delante por detrás por los costados
unos ojos rencorosos de gallina
más terribles que el agua podrida de las grutas
incestuosos como los ojos de la madre
que murió en el patíbulo
pegajosos como un coito
como la gelatina que tragan los buitres
yo creo que he de morir
con las manos hundidas en el lodo de los caminos
yo creo que si me naciese un hijo
se quedaría mirando eternamente
las bestias que copulan en los atardeceres.
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