En el Nombre de padre de la Noche
te saludo, guerrero sin victoria.
Fuiste esclavo de la belleza y la razón,
caníbal de tu propia carne;
la vida te asesinó
en una orgía de ángeles criminales.
Las hienas fingieron llorar en el funeral.
Vi la miseria en un rebaño de inbéciles.
Despierta, embrión del sepulcro,
profecía de mis sueños más horrendos:
la masacre espera.
Por ti guardo en el alma
un arsenal de poemas para incendial al mundo.
Levántate
Es hora de retar a muerte a las estrellas.
Resurgimos, profanamos el arcoiris,
el Apocalipsis nos alimenta por las venas.
Uno a uno el batallón crece, avanza, clama por sangre,
sólo con horror se combate el horror.
Hossanna en los abismos.
En vano huyen los mercaderes a la capilla, los ladrones
a sus palacios, los homicidas a su gloria.
Con la amargura al hombro, los muertos preparan,
los olvidados apuntan,
el dolor: ¡dispara!
Que se abran las entrañas de la obscuridad.
lunes, 14 de febrero de 2011
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